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Cuando el viaje toma sentido

Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1992, Santo Domingo fue la primera capital española del Nuevo Mundo. Sus iglesias, monasterios y calles sombreadas siguen reflejando la influencia del Imperio español más de cinco siglos después. La Zona Colonial se recorre fácilmente a pie, pero también en bicicleta para ir más allá del centro histórico y descubrir la vida cotidiana de los dominicanos, entre mercados locales y murales de arte urbano.
Al caer la noche, la Zona Colonial se anima. Bares, rooftops y restaurantes – desde los más sencillos hasta los más modernos – atraen a un público local variado. Hoy, Santo Domingo es un lugar de encuentro donde conviven historia, cultura y hospitalidad.
El Suroeste de la República Dominicana ofrece algunos de los paisajes más contrastados del país. La carretera hacia la frontera haitiana serpentea entre acantilados verdes, llanuras áridas cubiertas de cactus y la cordillera de Bahoruco, siempre con el intenso azul del mar Caribe como telón de fondo. En el camino aparecen pueblos coloridos, calas escondidas, lagos y lagunas con una fauna sorprendente.
Todavía poco frecuentada, esta región es ideal para quienes buscan autenticidad y ecoturismo. Entre los lugares destacados se encuentran el lago Enriquillo, la laguna de Oviedo, el bosque húmedo de Cachote y la playa virgen de Bahía de las Águilas. El alojamiento se limita a pequeños hoteles con encanto, perfectos para viajes a medida.
En el corazón del país, la región del Cibao alberga el Pico Duarte, el punto más alto del Caribe. Conocidas como los “Alpes dominicanos”, estas montañas son un terreno ideal para los amantes de la naturaleza y las actividades al aire libre: rafting, barranquismo, senderismo, paseos a caballo y ciclismo de montaña. Sus carreteras sinuosas ofrecen vistas impresionantes sobre valles fértiles, considerados los jardines de la República Dominicana.
Al pie de las montañas se extiende Santiago de los Caballeros, la segunda ciudad del país, famosa por su tabaco y sus puros de renombre mundial. Esta región, alejada del turismo masivo, es especialmente recomendable para viajes FIT a medida.
La península de Samaná es una cordillera verde que alcanza los 600 metros de altitud, bordeada por el océano Atlántico al norte y por la bahía de Samaná al sur, santuario natural donde las ballenas jorobadas regresan cada año entre enero y marzo. Aquí se encuentra uno de los cocotales más extensos del Caribe.
Entre sus atractivos destacan el Parque Nacional Los Haitises, espectaculares cascadas y algunas de las playas más hermosas del país. La región combina hoteles boutique para quienes buscan autenticidad y tranquilidad, y resorts de mayor tamaño adecuados para grupos e incentivos. Hoy en día, Samaná es uno de los destinos más atractivos del Caribe tanto para viajes FIT como para programas de incentivos.
Con casi 50 kilómetros de playas de arena blanca bordeadas de cocoteros y lagunas turquesas, Punta Cana es el principal destino de sol y playa de la República Dominicana. La región cuenta con una amplia oferta hotelera de gran capacidad y calidad, donde el concepto “todo incluido” se adapta a diferentes niveles de confort.
Varios hoteles disponen de modernos centros de convenciones, ideales para eventos, y existe una gran variedad de actividades terrestres y marítimas que se pueden organizar fuera de los resorts. Punta Cana es un destino perfectamente adaptado tanto para viajeros individuales como para grandes grupos de incentivo.
Desde Boca Chica hasta Bayahibe, la costa caribeña está salpicada de localidades turísticas. El pintoresco pueblo de Bayahibe es el punto de partida hacia las famosas islas Saona y Catalina.
La región también alberga el complejo Casa de Campo, considerado uno de los mejores resorts de golf del Caribe, así como el pueblo de artistas Altos de Chavón. Bayahibe cuenta con resorts de buena calidad, algunos equipados con centros de convenciones adaptados para grupos y eventos.


































